Josec
2006-06-01 11:59:46 UTC
- FELIPE GONZÁLEZ A UN AMIGO SOBRE ZAPATERO
"Éste sigue con su idea... Que no pasa nada, que no va a pasar nada... Y
se nos cae el invento. Está loco..." La biografía de González que desvela
como ZP lo ha devorado y el «ex» no lo soporta.
---
MONCLOA NO RESPONDE.
Cuando Zapatero era sólo secretario general del PSOE hablaba asiduamente
con González. Ahora, ya de presidente, tarda en devolverle las llamadas.
¿Intencionadamente?
JAVIER MARTÍNEZ
---
JOSÉ GARCIA ABAD
Habría que remontarse a los tiempos en que Nicolás Redondo, el dirigente
de UGT, se constituyó en la única oposición sólida a Felipe González y
volver a los momentos del enfrentamiento abierto entre renovadores y
guerristas para encontrar una pugna similar a la que ahora enzarza a
zapateristas y felipistas. La batalla se desarrolla en sordina, procurando
no dar armas al enemigo. Las quejas de la vieja guardia se centraron en su
día en el Estatuto catalán pero, en el fondo, late la herida inferida por la
purga dictada por el nuevo dirigente.
Joaquín Leguina estima que el único objetivo de los nuevos mandamases era
«arrojar a las tinieblas exteriores a todo perro quisque que hubiera nacido
antes de 1950». No le parece un relevo generacional natural: «Una operación
relámpago como la realizada hubo de requerir muchas horas de laboratorio y
de ensayo. Mientras pasaban la mano por el lomo a los sucesivos líderes, me
malicio que estos mozos estaban afilando las facas con una perseverancia
digna de Napoleón... o de César Borgia». José María Benegas, Txiki, una
figura con presencia relevante desde los inicios de Felipe González,
confiesa que ve a éste y a Zapatero, su relevo socialista, por separado y
lamenta la separación: «Si hay una cumbre europea sobre los fondos de
cohesión, el que más sabe es Felipe. No vendría mal preguntarle qué opina.
Me parece una jubilación injusta».En términos similares se expresan la mayor
parte de los ministros de Felipe.
La purga no ha llegado hasta la liquidación generacional que sería como
la de Herodes pero al revés: la eliminación de los mayores de 55 años en
lugar de los niños menores de dos. De hecho el núcleo central de poder de
Zapatero está constituida por gente de González: los dos vicepresidentes,
María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes; el ministro del Interior
Alfredo Pérez Rubalcaba; el director del gabinete del presidente, José
Enrique Serrano, que fue el último que atendió con el mismo cargo a
González. Habría que añadir otros cargos en el Gobierno, el Parlamento y la
Comisión Europea. Otra gente de la vieja guardia no ocupa puestos de
vanguardia, pero se les ha colocado en lugares tranquilos como fundaciones
afines, empresas públicas y privadas, cajas de ahorro, etc., bien
remunerados y bien cuidados en cuanto a condiciones de trabajo: despacho,
secretarias, conductores...La persona clave entre el felipismo y el
zapaterismo es Manuel Chaves a quien se le hizo inicialmente el vacío y se
ha convertido en un factor importante de equilibrio.
CON ALEVOSIA
No hay para tanto como se queja la vieja guardia pero sí para mucho y se
perciben indicios de que la limpieza no fue improvisada, sino que respondió
a un plan como el que revela Francisco Bustelo, recientemente reincorporado
al partido una vez convencido de que el felipismo ha muerto. Paco Bustelo,
adversario de González desde Suresnes, propuso al actual secretario de
Organización, José Blanco, que se hiciera un acto conmemorativo del 30
aniversario de dicho congreso «el de la renovación», pero la dirección no lo
estimó conveniente: «Yo creo que no querían celebrar la figura de Felipe
González; prefirieron pasar la efeméride en silencio; quieren dejar muy
claro que no son los mismos de aquellos tiempos».
Felipe fue tan implacable con la vieja guardia, con los llamados socialistas
históricos, como lo es ahora el joven Zapatero frente a sus centuriones. Así
lo reconoce Ana María Ruiz-Tagle, la compañera de Felipe en el despacho
laboralista de Sevilla: «Nos hemos portado mal con nuestros compañeros del
exilio. Se merecían nuestro homenaje, que les escucháramos, que les diéramos
un sitio pues ellos sí que habían sufrido».
González ha procurado observar cierta discreción, pero con sus palabras
ambiguas o reticentes ha evidenciado su discrepancia con el presidente en
asuntos tan importantes como el terrorismo y la organización territorial del
Estado. Un ministro de González me da cuenta que intercambió «palabras
mayores» con Narcís Serra en un encuentro privado en el que estaba presente
Jesús Polanco.Serra empezó a defender el Estatut mientras «Felipe se subía
por las paredes». Y me añade el ministro: «Me imagino que para Felipe la
política exterior de José Luis y de Moratinos, más el asunto de la política
territorial, le pueden sacar de quicio».
No hay duda de a quién van dirigidas las siguientes palabras
pronunciadas por Zapatero durante un coloquio con los alumnos del Instituto
Jabalcuz de Jaén celebrado el 17 de enero de 2006: «Cuando deje de ser
presidente dejaré de serlo de manera real.Formaré parte del Consejo de
Estado, desarrollaré mi actividad y seguiré compartiendo mis ideas. Estaré
en silencio. El silencio de un ex presidente se valora mucho». Una
autocrítica sugerida gratis a González y una indicación de que se metiera la
lengua donde le cupiera.
Zapatero no ha liquidado a Felipe con odio sino con veneración y mantiene
respecto a él actitudes que un psicoanalista diagnosticaría como próximas a
la esquizofrenia, como la de que su médico, Alfonso Alarcón, y su dentista,
Eugenio Faraco, sean los mismos que atienden a su modelo a quien intenta
eliminar.
Es curioso, y no lo he visto señalado en ningún sitio, que Zapatero tuvo
su primer enfrentamiento con Felipe con ocasión del 28 congreso del PSOE, el
del debate sobre el marxismo, en el que el leonés militaba entre los
críticos que -como se sabe- obtuvieron la victoria más pírrica que se conoce
tras la del propio Pirro.Felipe volvió a hombros de quienes habían provocado
su dimisión, entre los que se encontraba aquel jovencísimo José Luis
Rodríguez Zapatero, de 19 años de edad, recién cumplidos en aquel año de
gracia de 1979.
BAMBI DEVORA AL ZORRO
Zapatero supo cultivar a González de cara al congreso de su partido -20
a 22 de julio de 2000- que le encumbró, de la mano de Trinidad Jiménez.
Felipe le anima con una afirmación muy lúcida: «El poder se ejerce siempre
generacionalmente», una ley de hierro implacable a la que, sin embargo, no
sabrá adaptarse. Felipe le apoya por exclusión aunque comenta a Solchaga:
«Es la única salida razonable pero el partido le va a devorar». Bono, su
adversario, no lo duda. Un presidente autonómico de muchas campanillas le
había avisado que «Felipe cambió de caballo favorito a mitad de la carrera».
Instalado en la cuarta planta del 68 de la madrileña calle de Ferraz, el
nuevo secretario general colgó un cartel electoral de 1982 con la foto de un
Felipe arrollador e instaló, en lugar de honor, una de las esculturas que
modela con piedras bituminosas extraídas de una cantera extremeña que le
fascina; para completar los detalles su esposa, Sonsoles Espinosa luce una
joya diseñada por González y comercializada por Elena Benarroch, una amistad
de última hora.
Cuando Zapatero alcanza el poder, el proceso de distanciamiento se
acelera. El nuevo gobernante le aplicó un código de señales fácil de
descifrar. En la fase inicial, cuando no pasaba de secretario general,
llamaba a González con cierta frecuencia para recabar su opinión o
simplemente para que Felipe se sintiera consultado; el segundo paso fue
reducir la frecuencia telefónica hasta las proximidades del cero; en el
tercero, ya en Moncloa, ZP deja de llamarle pero se pone siempre al
teléfono; el cuarto demora la devolución de la llamada haciendo notar con la
duración de los silencios que lo que es urgente para Felipe pudiera no serlo
para él.
«Hay que entender que haya una reticencia personal de Zapatero a estar
colgado del teléfono hablando con Felipe», reconoce el director de gabinete
de aquél, José Enrique Serrano, «Zapatero necesitaba afirmarse, crearse su
propio proyecto, construirse sus propias soluciones; en términos de
liderazgo pero también para diseñar y dirigir la acción de su Gobierno para
la España de hoy y no la de un Gobierno de hace diez años. Porque en los
temas de fondo tienen que ver con, por ejemplo, la reforma de la
Constitución, la reforma de los estatutos, lo de ETA, Zapatero entiende que
el paso de los años significa que cambian las circunstancias y hay que
aplicar procedimientos nuevos. ( ) No es posible, a su juicio, por decirlo
simplificadamente, que un informe del CNI interprete una tregua de ETA con
los mismos criterios que en el 98 o en el 96 ¿Por qué? Porque el país ha
cambiado y ETA también»
La incomunicación llegó a tal extremo que Manolo Chaves le ofreció a su
amigo Felipe intermediar en un encuentro con el presidente.Manolo le dice a
Zapatero: «José Luis, ¿por qué no te vienes a descansar unos días a Doñana;
Felipe está en Castellar, así que sería bueno que se venga y que charlemos
los tres». «Ah! muy bien, me parece muy bien». Así que Zapatero invita a
comer en el coto a Felipe y a Chaves a finales de 2005 pero cuál no sería la
sorpresa de González cuando Zapatero le recibe acompañado por mogollón de
gente: «Siéntate Felipe que todos son de confianza».«Allí estaba la familia,
los amigos y hasta el guardabosques», comentaría después Felipe bastante
molesto. No obstante algo le dijo contra el Estatuto catalán. Salió de este
encuentro desolado y a la salida comentó a un amigo y correligionario: «Éste
sigue con su idea... Que no pasa nada, que no va a pasar nada... y se nos
cae el invento. Está loco». «Felipe se subía por las paredes», concluía su
interlocutor .
No era la primera vez que Chaves hacía de intermediario entre ambos. En
cierta ocasión en que Felipe quiso hablar con Zapatero, le organizó una
reunión en Madrid y entonces sí pudo expresarse con claridad y detenimiento;
le dijo que era un error la política que llevaba con Estados Unidos, que
había que recomponer las relaciones y demás, que había sido precipitada la
salida de Irak etcétera. Zapatero recordó a su invitado un hecho evidente
que resultaba descortés recordar: «El presidente soy yo». «Fíjate tú»,
reflexiona mi fuente, «a Felipe decirle eso».
Las cosas se pusieron al rojo vivo cuando en una reunión informal de
González con viejos compañeros no se cortó un pelo y largó lo suyo contra su
sucesor y uno de los supuestos amigos, que llevaba una pequeña grabadora
oculta hizo circular discretamente entre otras personas de plena confianza
las opiniones nada piadosas del jefe. «No es sólo que dude de la capacidad
de Zapatero», me dice un importante ex ministro que se ve con cierta
frecuencia con Felipe, «es que piensa que está derribando su obra. Cada día
le cuesta más permanecer callado».
Felipe muestra cierta delicadeza como el envío a Ferraz, la sede del
PSOE, de todo lo que escribe para que Zapatero disponga de manera periódica
de sus reflexiones sobre los temas que pudieran interesarle como la
vertebración de España, la lucha contra el terrorismo, América Latina y la
construcción europea. Incluso le envía, antes de publicarlos, los artículos
que escribe para El País. «Les mandé los artículos», confió Felipe a un ex
ministro, «pensando que no sólo era innecesario, sino convencido de que
nadie se iba a molestar en leerlos. Pero nada de eso. El otro día me
censuraron uno en el que reflexionaba sobre el Estatuto catalán. Me rogaron
que no lo publicara, que no sería oportuno».
El 22 de noviembre de 2005, González acudía por primera vez desde 1982 a
dar una charla a puerta cerrada en la UGT de Sevilla. Con su estilo barroco
fue tejiendo en la mente del compañero sindical que el presidente le daba
más miedo que un nublado.Expresó su temor de que Zapatero arruinara su obra
y su deseo de «que lo que hemos recorrido no se estropee». Criticó el
proyecto de reforma del Estatuto catalán, aludiendo al divorcio entre
Chequia y Eslovaquia y reconoció que «preocupado sí estoy». Y concluyó
aclarando la situación: «Yo no tengo una relación fluida con el Gobierno. Yo
estoy disponible, pero no tengo una relación fluida, ni de la otra. Es
decir, no tengo contacto con el Gobierno actual. Obviamente no la tenía con
el anterior y entonces casi era de agradecer».
CENAS HOMENAJE
La sensación de acoso entre los altos cargos con que contó Felipe ha
provocado algún intento de resistencia desde las catacumbas.Uno de estos
movimientos fue encabezado por Rosa Conde, ocho años portavoz de González,
quien trató de organizar una serie de cenas y cenáculos en torno al Gran
Líder con el propósito de que éste siguiera pastoreando a su tropa y
defendiera la memoria de sus hazañas. Sólo se celebró una cena
multitudinaria en La Manduca de Azagra, un restaurante que ofrece buena
comida navarra en los bulevares madrileños; la intentona fracasó por un
exceso de entusiasmo que asustó al líder; sobre todo cuando José Luis
Corcuera, ex ministro del Interior procesado y absuelto del mal uso de los
fondos reservados, se lanzó en una apasionada diatriba próxima a la
predicación de una cruzada en apoyo de los condenados por los episodios de
la guerra sucia. González camina sobre ascuas en este asunto; se había
negado a hacer de Thatcher, asumiendo todas las responsabilidades pero
acudió a la cárcel de Guadalajara en las concentraciones que se organizaron
en apoyo de José Barrionuevo y de Rafael Vera. Pero González se negaba a
ligar su discurso de ex presidente y, en definitiva su imagen histórica, a
tan penosos acontecimientos.
«Tanto Alfredo Pérez Rubalcaba como Manolo Chaves y otra gente del
partido creían que no se debía hacer, pero yo pensaba que había que
hacerla», me explica Rosa Conde. «Esa cena no tenía contenido político. Otra
cosa es que yo crea que Felipe tiene que tener un papel, no público pero sí
político, mayor que el que tiene. A veces me resulta difícil entender que el
presidente inicie un proceso de paz con la banda terrorista ETA y no se
reúna con el que posee tantas claves. ( ) Creo que la implicación de
Rubalcaba en todo esto es altísima, pero no termino de entender que sea la
mano derecha de Zapatero para el proceso autonómico y para el proceso de paz
y que no cuenten con Felipe de una manera más determinante».
González puede hacer más daño a ZP si se lo propone, pero Guerra decidió el
triunfo de éste aunque lo hiciera por sus propios fines, lo que permite al
presidente sentirse libre de compromisos.No obstante, le premió con su
consideración y con la presidencia de la Comisión Constitucional. Alfonso
Guerra preside también la Fundación Pablo Iglesias, pero este cargo lo
recibió de otro de sus adversarios tradicionales, Joaquín Almunia. Tiene así
dos despachos y dos sueldos, coche oficial, amplia secretaría y los demás
atributos de sus responsabilidades, lo que debe resultar engorroso para un
personaje que expresa su disgusto por el poder, que lo que le gustaría en
realidad es contemplar el paisaje del atardecer desde la ventanilla del AVE
pero que no ha bajado del coche oficial en los últimos treinta años.
Mientras el abismo entre los dos presidentes socialistas se ahonda, Guerra
ha conseguido un alto nivel de interlocución con el actual, lo que ha
contribuido entre otras cosas a que Enrique Múgica, guerrista bien
relacionado con Aznar y cuyo cese como Defensor del Pueblo estaba cantado,
continuara en su puesto.
José García Abad es autor de 'Las mil caras de Felipe González'
(Editorial La Esfera los Libros), que sale a la venta mañana.
A GONZÁLEZ LE CHIFLAN LOS RICOS
A Felipe González le gustan los ricos y famosos, la gente guapa, los
empresarios, que él llama emprendedores, un término de mejor circulación por
la izquierda. Sólo los triunfadores, los que llegan, no los que simplemente
prometen. Un viejo conocido sindicalista me decía, un poco escandalizado:
«Yo no digo que se junte con obreros, con la gente de UGT, pero no termina
de gustarme que ahora sus mejores amigos, sean los ricos y poderosos».
No busca González dinero sino mantenerse en los círculos de la
importancia. Se pasa la vida viajando a México y a Argentina, aplicando su
influencia sobre los presidentes latinoamericanos en favor de Carlos Slim,
el hombre más rico de Suramérica, y su pugna por hacerse con los teléfonos
del continente, en dura competencia con Telefónica, la multinacional
española. No deja de ser significativo que entre sus amigos se encuentren
muy pocos de sus ministros: Rosa Conde, José María Maravall, Manolo Chaves y
pocos más.
La verdad es que Felipe no ha dejado de acercarse a foros de UGT cuando se
lo han propuesto, y se ha mostrado generoso cuando alguno de sus ministros
le ha pedido su presencia en saraos propios de su nueva actividad
profesional, cobrando por su colaboración poco o nada a pesar de que todavía
su caché está muy alto.
Eso sí, Felipe está ganando mucho dinero. Su caché por conferencia se
mueve entre los 20.000 y los 30.000 euros. Por las que le encarga Slim en
América mucho más. Felipe ha constituido una empresa que lleva su hija María
y cobra todo por medio de la misma. Una parte de sus ingresos se los pasa a
la Fundación Progreso Global. Una persona de su entorno me decía: «Él cobra
cantidades astronómicas o testimoniales, los amigos están en la segunda y
con ellos no factura más de 6.000 euros, a veces nada». A sus amigos los ha
introducido en México donde alguno de ellos ha llegado a emplear a 70
personas y llevan asuntos para empresas españolas y no españolas.
EL GRAN RICO
Además de con Jesús Polanco con quien más se relaciona es con el magnate
mexicano Carlos Slim, el Ingeniero, tres años mayor que Felipe, el cuarto
hombre más rico del mundo según la acreditada lista de la revista Forbes. Se
conocieron en 1998 y fue un amor a primera vista. Slim sufraga el coste de
un apartamento con todo lujo de detalles, la suite González, en el Hotel
Geneve para cuando a Felipe se le ocurre acercarse a Ciudad de México, lo
que ha venido haciendo una vez al mes. Ambos se han hecho importantes
servicios: Felipe le aporta su prestigio en América, da un toque progresista
a las iniciativas del Gran Rico y en el terreno práctico le ha facilitado
las relaciones con presidentes americanos como Kirchner, Lula y hasta con
Fidel Castro. Slim, por su parte, ha respaldado las iniciativas económicas
de los amigos del presidente.
La coincidencia política entre ambos es tan paradigmática en México que
Slim empezó su intervención en un reciente foro empresarial haciéndolo notar
en tono de broma: «El presidente González y yo hemos estado de acuerdo en
muchas cosas, y a veces ya no tenemos de qué discutir y como estamos de
acuerdo, estoy de acuerdo en todo lo que dijo, así que pasemos al coloquio».
EL GURU CHILENO
Felipe tiene también debilidad por Fernando Flores, que fue ministro con
Salvador Allende. Las fuentes consultadas están divididas al calificarle:
unos le llaman cantamañanas, otros vendedor de humo y todos dicen que es un
aprovechado. Lo que está demostrado es que la amistad con Felipe le
benefició en muchos millones. «Felipe le monto aquí un centro para jóvenes a
los que lavaba el cerebro. Creó una especie de cosa gurú. El primer
encuentro con universitarios se lo montó la Fundación Progreso Global y yo
le envié a mi secretaria. Cuando volvió ésta me dijo : ¿Pero dónde me has
mandado? Es una cosa de brujos ¿Cómo se pudo encandilar Felipe de un
personaje semejante?. En el curso insulta a la gente.Parece que es un método
muy gringo para hacerte reaccionar, pero imagínate en España...», me cuenta
un antiguo amigo de Felipe.
Flores llevó su experimento a Extremadura y se organizó la de Dios, con
Juan Carlos Rodríguez Ibarra a la cabeza. El chileno se reúne con Felipe y
ciertos emprendedores españoles, se cogen de las manos como si bailaran una
sardana y gritan himnos al futuro y al progreso. Esta amistad que data de
hace unos tres o cuatro años, ha suscitado malestar en determinados sectores
del PSOE. El socialista chileno basa sus teorías en un nuevo liberalismo que
muchos califican de ultra. A la influencia de Flores también se achaca el
hecho de que González en la crisis abierta con la detención del ex dictador
chileno, Augusto Pinochet en Londres, asumiera las tesis de que este tema
era un asunto interno de Chile y que la justicia española no debía
intervenir.Flores utiliza a González como reclamo para sus negocios y para
su Club de Emprendedores en el que se exige una alta cuota de enganche y
permanencia. «Felipe le ha introducido en varias comunidades gobernadas por
socialistas», me decía un socialista chileno que prefiere no dar su nombre.
LA MUSA DEL PSOE
A Felipe y Zapatero les une, además de su médico y su dentista, Elena
Benarroch y su esposo Adolfo Barnatán. Elena se ha convertido en la última
musa de la izquierda, situada estratégicamente entre González y Zapatero.
Comercializa los pedruscos decorativos del primero a millón de pesetas el
par de pendientes y se ocupa de la estética de la mujer del segundo,
Sonsoles Espinosa. Es como la Mona Jiménez de la izquierda fina, que no da
lentejas sino caviar; una paradoja viva que ha conseguido movilizar a
González, los Zapateros, Carme Chacón, Pedro Almodóvar, Isabel Preysler,
Boris Izaguirre, Lucia y Miguel Bosé, Daniel Baremboim, a flamencos,
artistas y gente de las finanzas. A González le organiza magnificas fiestas
flamencas en Marbella.
http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2006/552/1148767201.html
"Éste sigue con su idea... Que no pasa nada, que no va a pasar nada... Y
se nos cae el invento. Está loco..." La biografía de González que desvela
como ZP lo ha devorado y el «ex» no lo soporta.
---
MONCLOA NO RESPONDE.
Cuando Zapatero era sólo secretario general del PSOE hablaba asiduamente
con González. Ahora, ya de presidente, tarda en devolverle las llamadas.
¿Intencionadamente?
JAVIER MARTÍNEZ
---
JOSÉ GARCIA ABAD
Habría que remontarse a los tiempos en que Nicolás Redondo, el dirigente
de UGT, se constituyó en la única oposición sólida a Felipe González y
volver a los momentos del enfrentamiento abierto entre renovadores y
guerristas para encontrar una pugna similar a la que ahora enzarza a
zapateristas y felipistas. La batalla se desarrolla en sordina, procurando
no dar armas al enemigo. Las quejas de la vieja guardia se centraron en su
día en el Estatuto catalán pero, en el fondo, late la herida inferida por la
purga dictada por el nuevo dirigente.
Joaquín Leguina estima que el único objetivo de los nuevos mandamases era
«arrojar a las tinieblas exteriores a todo perro quisque que hubiera nacido
antes de 1950». No le parece un relevo generacional natural: «Una operación
relámpago como la realizada hubo de requerir muchas horas de laboratorio y
de ensayo. Mientras pasaban la mano por el lomo a los sucesivos líderes, me
malicio que estos mozos estaban afilando las facas con una perseverancia
digna de Napoleón... o de César Borgia». José María Benegas, Txiki, una
figura con presencia relevante desde los inicios de Felipe González,
confiesa que ve a éste y a Zapatero, su relevo socialista, por separado y
lamenta la separación: «Si hay una cumbre europea sobre los fondos de
cohesión, el que más sabe es Felipe. No vendría mal preguntarle qué opina.
Me parece una jubilación injusta».En términos similares se expresan la mayor
parte de los ministros de Felipe.
La purga no ha llegado hasta la liquidación generacional que sería como
la de Herodes pero al revés: la eliminación de los mayores de 55 años en
lugar de los niños menores de dos. De hecho el núcleo central de poder de
Zapatero está constituida por gente de González: los dos vicepresidentes,
María Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes; el ministro del Interior
Alfredo Pérez Rubalcaba; el director del gabinete del presidente, José
Enrique Serrano, que fue el último que atendió con el mismo cargo a
González. Habría que añadir otros cargos en el Gobierno, el Parlamento y la
Comisión Europea. Otra gente de la vieja guardia no ocupa puestos de
vanguardia, pero se les ha colocado en lugares tranquilos como fundaciones
afines, empresas públicas y privadas, cajas de ahorro, etc., bien
remunerados y bien cuidados en cuanto a condiciones de trabajo: despacho,
secretarias, conductores...La persona clave entre el felipismo y el
zapaterismo es Manuel Chaves a quien se le hizo inicialmente el vacío y se
ha convertido en un factor importante de equilibrio.
CON ALEVOSIA
No hay para tanto como se queja la vieja guardia pero sí para mucho y se
perciben indicios de que la limpieza no fue improvisada, sino que respondió
a un plan como el que revela Francisco Bustelo, recientemente reincorporado
al partido una vez convencido de que el felipismo ha muerto. Paco Bustelo,
adversario de González desde Suresnes, propuso al actual secretario de
Organización, José Blanco, que se hiciera un acto conmemorativo del 30
aniversario de dicho congreso «el de la renovación», pero la dirección no lo
estimó conveniente: «Yo creo que no querían celebrar la figura de Felipe
González; prefirieron pasar la efeméride en silencio; quieren dejar muy
claro que no son los mismos de aquellos tiempos».
Felipe fue tan implacable con la vieja guardia, con los llamados socialistas
históricos, como lo es ahora el joven Zapatero frente a sus centuriones. Así
lo reconoce Ana María Ruiz-Tagle, la compañera de Felipe en el despacho
laboralista de Sevilla: «Nos hemos portado mal con nuestros compañeros del
exilio. Se merecían nuestro homenaje, que les escucháramos, que les diéramos
un sitio pues ellos sí que habían sufrido».
González ha procurado observar cierta discreción, pero con sus palabras
ambiguas o reticentes ha evidenciado su discrepancia con el presidente en
asuntos tan importantes como el terrorismo y la organización territorial del
Estado. Un ministro de González me da cuenta que intercambió «palabras
mayores» con Narcís Serra en un encuentro privado en el que estaba presente
Jesús Polanco.Serra empezó a defender el Estatut mientras «Felipe se subía
por las paredes». Y me añade el ministro: «Me imagino que para Felipe la
política exterior de José Luis y de Moratinos, más el asunto de la política
territorial, le pueden sacar de quicio».
No hay duda de a quién van dirigidas las siguientes palabras
pronunciadas por Zapatero durante un coloquio con los alumnos del Instituto
Jabalcuz de Jaén celebrado el 17 de enero de 2006: «Cuando deje de ser
presidente dejaré de serlo de manera real.Formaré parte del Consejo de
Estado, desarrollaré mi actividad y seguiré compartiendo mis ideas. Estaré
en silencio. El silencio de un ex presidente se valora mucho». Una
autocrítica sugerida gratis a González y una indicación de que se metiera la
lengua donde le cupiera.
Zapatero no ha liquidado a Felipe con odio sino con veneración y mantiene
respecto a él actitudes que un psicoanalista diagnosticaría como próximas a
la esquizofrenia, como la de que su médico, Alfonso Alarcón, y su dentista,
Eugenio Faraco, sean los mismos que atienden a su modelo a quien intenta
eliminar.
Es curioso, y no lo he visto señalado en ningún sitio, que Zapatero tuvo
su primer enfrentamiento con Felipe con ocasión del 28 congreso del PSOE, el
del debate sobre el marxismo, en el que el leonés militaba entre los
críticos que -como se sabe- obtuvieron la victoria más pírrica que se conoce
tras la del propio Pirro.Felipe volvió a hombros de quienes habían provocado
su dimisión, entre los que se encontraba aquel jovencísimo José Luis
Rodríguez Zapatero, de 19 años de edad, recién cumplidos en aquel año de
gracia de 1979.
BAMBI DEVORA AL ZORRO
Zapatero supo cultivar a González de cara al congreso de su partido -20
a 22 de julio de 2000- que le encumbró, de la mano de Trinidad Jiménez.
Felipe le anima con una afirmación muy lúcida: «El poder se ejerce siempre
generacionalmente», una ley de hierro implacable a la que, sin embargo, no
sabrá adaptarse. Felipe le apoya por exclusión aunque comenta a Solchaga:
«Es la única salida razonable pero el partido le va a devorar». Bono, su
adversario, no lo duda. Un presidente autonómico de muchas campanillas le
había avisado que «Felipe cambió de caballo favorito a mitad de la carrera».
Instalado en la cuarta planta del 68 de la madrileña calle de Ferraz, el
nuevo secretario general colgó un cartel electoral de 1982 con la foto de un
Felipe arrollador e instaló, en lugar de honor, una de las esculturas que
modela con piedras bituminosas extraídas de una cantera extremeña que le
fascina; para completar los detalles su esposa, Sonsoles Espinosa luce una
joya diseñada por González y comercializada por Elena Benarroch, una amistad
de última hora.
Cuando Zapatero alcanza el poder, el proceso de distanciamiento se
acelera. El nuevo gobernante le aplicó un código de señales fácil de
descifrar. En la fase inicial, cuando no pasaba de secretario general,
llamaba a González con cierta frecuencia para recabar su opinión o
simplemente para que Felipe se sintiera consultado; el segundo paso fue
reducir la frecuencia telefónica hasta las proximidades del cero; en el
tercero, ya en Moncloa, ZP deja de llamarle pero se pone siempre al
teléfono; el cuarto demora la devolución de la llamada haciendo notar con la
duración de los silencios que lo que es urgente para Felipe pudiera no serlo
para él.
«Hay que entender que haya una reticencia personal de Zapatero a estar
colgado del teléfono hablando con Felipe», reconoce el director de gabinete
de aquél, José Enrique Serrano, «Zapatero necesitaba afirmarse, crearse su
propio proyecto, construirse sus propias soluciones; en términos de
liderazgo pero también para diseñar y dirigir la acción de su Gobierno para
la España de hoy y no la de un Gobierno de hace diez años. Porque en los
temas de fondo tienen que ver con, por ejemplo, la reforma de la
Constitución, la reforma de los estatutos, lo de ETA, Zapatero entiende que
el paso de los años significa que cambian las circunstancias y hay que
aplicar procedimientos nuevos. ( ) No es posible, a su juicio, por decirlo
simplificadamente, que un informe del CNI interprete una tregua de ETA con
los mismos criterios que en el 98 o en el 96 ¿Por qué? Porque el país ha
cambiado y ETA también»
La incomunicación llegó a tal extremo que Manolo Chaves le ofreció a su
amigo Felipe intermediar en un encuentro con el presidente.Manolo le dice a
Zapatero: «José Luis, ¿por qué no te vienes a descansar unos días a Doñana;
Felipe está en Castellar, así que sería bueno que se venga y que charlemos
los tres». «Ah! muy bien, me parece muy bien». Así que Zapatero invita a
comer en el coto a Felipe y a Chaves a finales de 2005 pero cuál no sería la
sorpresa de González cuando Zapatero le recibe acompañado por mogollón de
gente: «Siéntate Felipe que todos son de confianza».«Allí estaba la familia,
los amigos y hasta el guardabosques», comentaría después Felipe bastante
molesto. No obstante algo le dijo contra el Estatuto catalán. Salió de este
encuentro desolado y a la salida comentó a un amigo y correligionario: «Éste
sigue con su idea... Que no pasa nada, que no va a pasar nada... y se nos
cae el invento. Está loco». «Felipe se subía por las paredes», concluía su
interlocutor .
No era la primera vez que Chaves hacía de intermediario entre ambos. En
cierta ocasión en que Felipe quiso hablar con Zapatero, le organizó una
reunión en Madrid y entonces sí pudo expresarse con claridad y detenimiento;
le dijo que era un error la política que llevaba con Estados Unidos, que
había que recomponer las relaciones y demás, que había sido precipitada la
salida de Irak etcétera. Zapatero recordó a su invitado un hecho evidente
que resultaba descortés recordar: «El presidente soy yo». «Fíjate tú»,
reflexiona mi fuente, «a Felipe decirle eso».
Las cosas se pusieron al rojo vivo cuando en una reunión informal de
González con viejos compañeros no se cortó un pelo y largó lo suyo contra su
sucesor y uno de los supuestos amigos, que llevaba una pequeña grabadora
oculta hizo circular discretamente entre otras personas de plena confianza
las opiniones nada piadosas del jefe. «No es sólo que dude de la capacidad
de Zapatero», me dice un importante ex ministro que se ve con cierta
frecuencia con Felipe, «es que piensa que está derribando su obra. Cada día
le cuesta más permanecer callado».
Felipe muestra cierta delicadeza como el envío a Ferraz, la sede del
PSOE, de todo lo que escribe para que Zapatero disponga de manera periódica
de sus reflexiones sobre los temas que pudieran interesarle como la
vertebración de España, la lucha contra el terrorismo, América Latina y la
construcción europea. Incluso le envía, antes de publicarlos, los artículos
que escribe para El País. «Les mandé los artículos», confió Felipe a un ex
ministro, «pensando que no sólo era innecesario, sino convencido de que
nadie se iba a molestar en leerlos. Pero nada de eso. El otro día me
censuraron uno en el que reflexionaba sobre el Estatuto catalán. Me rogaron
que no lo publicara, que no sería oportuno».
El 22 de noviembre de 2005, González acudía por primera vez desde 1982 a
dar una charla a puerta cerrada en la UGT de Sevilla. Con su estilo barroco
fue tejiendo en la mente del compañero sindical que el presidente le daba
más miedo que un nublado.Expresó su temor de que Zapatero arruinara su obra
y su deseo de «que lo que hemos recorrido no se estropee». Criticó el
proyecto de reforma del Estatuto catalán, aludiendo al divorcio entre
Chequia y Eslovaquia y reconoció que «preocupado sí estoy». Y concluyó
aclarando la situación: «Yo no tengo una relación fluida con el Gobierno. Yo
estoy disponible, pero no tengo una relación fluida, ni de la otra. Es
decir, no tengo contacto con el Gobierno actual. Obviamente no la tenía con
el anterior y entonces casi era de agradecer».
CENAS HOMENAJE
La sensación de acoso entre los altos cargos con que contó Felipe ha
provocado algún intento de resistencia desde las catacumbas.Uno de estos
movimientos fue encabezado por Rosa Conde, ocho años portavoz de González,
quien trató de organizar una serie de cenas y cenáculos en torno al Gran
Líder con el propósito de que éste siguiera pastoreando a su tropa y
defendiera la memoria de sus hazañas. Sólo se celebró una cena
multitudinaria en La Manduca de Azagra, un restaurante que ofrece buena
comida navarra en los bulevares madrileños; la intentona fracasó por un
exceso de entusiasmo que asustó al líder; sobre todo cuando José Luis
Corcuera, ex ministro del Interior procesado y absuelto del mal uso de los
fondos reservados, se lanzó en una apasionada diatriba próxima a la
predicación de una cruzada en apoyo de los condenados por los episodios de
la guerra sucia. González camina sobre ascuas en este asunto; se había
negado a hacer de Thatcher, asumiendo todas las responsabilidades pero
acudió a la cárcel de Guadalajara en las concentraciones que se organizaron
en apoyo de José Barrionuevo y de Rafael Vera. Pero González se negaba a
ligar su discurso de ex presidente y, en definitiva su imagen histórica, a
tan penosos acontecimientos.
«Tanto Alfredo Pérez Rubalcaba como Manolo Chaves y otra gente del
partido creían que no se debía hacer, pero yo pensaba que había que
hacerla», me explica Rosa Conde. «Esa cena no tenía contenido político. Otra
cosa es que yo crea que Felipe tiene que tener un papel, no público pero sí
político, mayor que el que tiene. A veces me resulta difícil entender que el
presidente inicie un proceso de paz con la banda terrorista ETA y no se
reúna con el que posee tantas claves. ( ) Creo que la implicación de
Rubalcaba en todo esto es altísima, pero no termino de entender que sea la
mano derecha de Zapatero para el proceso autonómico y para el proceso de paz
y que no cuenten con Felipe de una manera más determinante».
González puede hacer más daño a ZP si se lo propone, pero Guerra decidió el
triunfo de éste aunque lo hiciera por sus propios fines, lo que permite al
presidente sentirse libre de compromisos.No obstante, le premió con su
consideración y con la presidencia de la Comisión Constitucional. Alfonso
Guerra preside también la Fundación Pablo Iglesias, pero este cargo lo
recibió de otro de sus adversarios tradicionales, Joaquín Almunia. Tiene así
dos despachos y dos sueldos, coche oficial, amplia secretaría y los demás
atributos de sus responsabilidades, lo que debe resultar engorroso para un
personaje que expresa su disgusto por el poder, que lo que le gustaría en
realidad es contemplar el paisaje del atardecer desde la ventanilla del AVE
pero que no ha bajado del coche oficial en los últimos treinta años.
Mientras el abismo entre los dos presidentes socialistas se ahonda, Guerra
ha conseguido un alto nivel de interlocución con el actual, lo que ha
contribuido entre otras cosas a que Enrique Múgica, guerrista bien
relacionado con Aznar y cuyo cese como Defensor del Pueblo estaba cantado,
continuara en su puesto.
José García Abad es autor de 'Las mil caras de Felipe González'
(Editorial La Esfera los Libros), que sale a la venta mañana.
A GONZÁLEZ LE CHIFLAN LOS RICOS
A Felipe González le gustan los ricos y famosos, la gente guapa, los
empresarios, que él llama emprendedores, un término de mejor circulación por
la izquierda. Sólo los triunfadores, los que llegan, no los que simplemente
prometen. Un viejo conocido sindicalista me decía, un poco escandalizado:
«Yo no digo que se junte con obreros, con la gente de UGT, pero no termina
de gustarme que ahora sus mejores amigos, sean los ricos y poderosos».
No busca González dinero sino mantenerse en los círculos de la
importancia. Se pasa la vida viajando a México y a Argentina, aplicando su
influencia sobre los presidentes latinoamericanos en favor de Carlos Slim,
el hombre más rico de Suramérica, y su pugna por hacerse con los teléfonos
del continente, en dura competencia con Telefónica, la multinacional
española. No deja de ser significativo que entre sus amigos se encuentren
muy pocos de sus ministros: Rosa Conde, José María Maravall, Manolo Chaves y
pocos más.
La verdad es que Felipe no ha dejado de acercarse a foros de UGT cuando se
lo han propuesto, y se ha mostrado generoso cuando alguno de sus ministros
le ha pedido su presencia en saraos propios de su nueva actividad
profesional, cobrando por su colaboración poco o nada a pesar de que todavía
su caché está muy alto.
Eso sí, Felipe está ganando mucho dinero. Su caché por conferencia se
mueve entre los 20.000 y los 30.000 euros. Por las que le encarga Slim en
América mucho más. Felipe ha constituido una empresa que lleva su hija María
y cobra todo por medio de la misma. Una parte de sus ingresos se los pasa a
la Fundación Progreso Global. Una persona de su entorno me decía: «Él cobra
cantidades astronómicas o testimoniales, los amigos están en la segunda y
con ellos no factura más de 6.000 euros, a veces nada». A sus amigos los ha
introducido en México donde alguno de ellos ha llegado a emplear a 70
personas y llevan asuntos para empresas españolas y no españolas.
EL GRAN RICO
Además de con Jesús Polanco con quien más se relaciona es con el magnate
mexicano Carlos Slim, el Ingeniero, tres años mayor que Felipe, el cuarto
hombre más rico del mundo según la acreditada lista de la revista Forbes. Se
conocieron en 1998 y fue un amor a primera vista. Slim sufraga el coste de
un apartamento con todo lujo de detalles, la suite González, en el Hotel
Geneve para cuando a Felipe se le ocurre acercarse a Ciudad de México, lo
que ha venido haciendo una vez al mes. Ambos se han hecho importantes
servicios: Felipe le aporta su prestigio en América, da un toque progresista
a las iniciativas del Gran Rico y en el terreno práctico le ha facilitado
las relaciones con presidentes americanos como Kirchner, Lula y hasta con
Fidel Castro. Slim, por su parte, ha respaldado las iniciativas económicas
de los amigos del presidente.
La coincidencia política entre ambos es tan paradigmática en México que
Slim empezó su intervención en un reciente foro empresarial haciéndolo notar
en tono de broma: «El presidente González y yo hemos estado de acuerdo en
muchas cosas, y a veces ya no tenemos de qué discutir y como estamos de
acuerdo, estoy de acuerdo en todo lo que dijo, así que pasemos al coloquio».
EL GURU CHILENO
Felipe tiene también debilidad por Fernando Flores, que fue ministro con
Salvador Allende. Las fuentes consultadas están divididas al calificarle:
unos le llaman cantamañanas, otros vendedor de humo y todos dicen que es un
aprovechado. Lo que está demostrado es que la amistad con Felipe le
benefició en muchos millones. «Felipe le monto aquí un centro para jóvenes a
los que lavaba el cerebro. Creó una especie de cosa gurú. El primer
encuentro con universitarios se lo montó la Fundación Progreso Global y yo
le envié a mi secretaria. Cuando volvió ésta me dijo : ¿Pero dónde me has
mandado? Es una cosa de brujos ¿Cómo se pudo encandilar Felipe de un
personaje semejante?. En el curso insulta a la gente.Parece que es un método
muy gringo para hacerte reaccionar, pero imagínate en España...», me cuenta
un antiguo amigo de Felipe.
Flores llevó su experimento a Extremadura y se organizó la de Dios, con
Juan Carlos Rodríguez Ibarra a la cabeza. El chileno se reúne con Felipe y
ciertos emprendedores españoles, se cogen de las manos como si bailaran una
sardana y gritan himnos al futuro y al progreso. Esta amistad que data de
hace unos tres o cuatro años, ha suscitado malestar en determinados sectores
del PSOE. El socialista chileno basa sus teorías en un nuevo liberalismo que
muchos califican de ultra. A la influencia de Flores también se achaca el
hecho de que González en la crisis abierta con la detención del ex dictador
chileno, Augusto Pinochet en Londres, asumiera las tesis de que este tema
era un asunto interno de Chile y que la justicia española no debía
intervenir.Flores utiliza a González como reclamo para sus negocios y para
su Club de Emprendedores en el que se exige una alta cuota de enganche y
permanencia. «Felipe le ha introducido en varias comunidades gobernadas por
socialistas», me decía un socialista chileno que prefiere no dar su nombre.
LA MUSA DEL PSOE
A Felipe y Zapatero les une, además de su médico y su dentista, Elena
Benarroch y su esposo Adolfo Barnatán. Elena se ha convertido en la última
musa de la izquierda, situada estratégicamente entre González y Zapatero.
Comercializa los pedruscos decorativos del primero a millón de pesetas el
par de pendientes y se ocupa de la estética de la mujer del segundo,
Sonsoles Espinosa. Es como la Mona Jiménez de la izquierda fina, que no da
lentejas sino caviar; una paradoja viva que ha conseguido movilizar a
González, los Zapateros, Carme Chacón, Pedro Almodóvar, Isabel Preysler,
Boris Izaguirre, Lucia y Miguel Bosé, Daniel Baremboim, a flamencos,
artistas y gente de las finanzas. A González le organiza magnificas fiestas
flamencas en Marbella.
http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2006/552/1148767201.html